Michael Talbot explora el concepto de David Bohm, de la unidad del universo por medio del llamado "orden implicado" que se encontraría presente en todos los seres y las cosas....
David Bohm, (20 de diciembre de 1917, Pennsylvania - 27 de octubre de 1992, Londres) fue un físico que hizo importantes contribuciones en los campos de la física teórica, la filosofía y la neuropsicología, y además participó en el Proyecto Manhattan. Experto en teoría cuántica, descubridor del efecto Bohm-Aharonov y colega de Einstein en Princeton, es uno de los pensadores más revolucionarios de la segunda mitad del siglo XX. Su relación espiritual con Krishnamurti, sus estudios pioneros al lado de Einstein, así como el trabajo conjunto que ha sostenido con Pribram en la construcción de la teoría holográfica (en 1971 propuso un modelo holográfico del universo que se ajustaba de una manera sorprendente con la teoría del cerebro holográfico propuesto por Pribram en 1969) se han evidenciado como significativas en el rumbo que han tomado sus investigaciones.
[...] Además de explicar por qué los teóricos de la física cuántica encuentran tantos ejemplos de interconexión cuando se sumergen en las profundidades de la materia, el universo holográfico de Bohm explica otros muchos misterios.
Uno de ellos es el efecto que parece tener la consciencia en el mundo subatómico. Como hemos visto, aunque Bohm rechaza la idea de que las partículas no existen hasta que son observadas, en principio no se opone al intento de unir la física y la consciencia. Cree simplemente que la mayoría de los físicos lo abordan de manera equivocada, tratando de fragmentar la realidad una vez más y afirmando que una cosa independiente como la consciencia interactúa con otra cosa independiente como una partícula subatómica.
Como todas esas cosas son aspectos del holomovimiento, Bohm opina que no tiene sentido hablar de interacción entre la consciencia y la materia.
En cierto sentido, el observador es el observado. El observador es también el aparato medidor, los resultados de los experimentos, el laboratorio y la brisa que sopla fuera del laboratorio. De hecho, piensa que la consciencia es una forma más sutil de materia y que la base de toda relación entre las dos no se encuentra en nuestro nivel de realidad, sino en las profundidades del orden implicado.
La consciencia está presente en diversos grados del envolvimiento y del desenvolvimiento de la materia y tal vez sea ésa la causa de que los plasmas posean características de cosas vivas.
Como dice Bohm,
«la capacidad de la forma para ser activa es el rasgo más característico de la mente, y con el electrón ya tenemos algo semejante a la mente».
De manera similar, cree que tampoco tiene sentido dividir el universo en cosas vivas y cosas no vivas.
La materia animada y la materia inanimada están entretejidas inseparablemente y la vida también está envuelta en la totalidad del universo. Hasta una roca está viva en cierto modo, afirma Bohm, porque la vida y la inteligencia están presentes, no ya en toda la materia, sino también en la «energía», en el «espacio», en el «tiempo», en «el tejido del universo entero» y en todo lo demás que sacamos del holomovimiento y contemplamos erróneamente como cosas independientes.
La idea de que la consciencia y la vida (y, de hecho, todas las cosas) son conjuntos envueltos en todo el universo tiene un lado secundario igualmente asombroso.
Al igual que cada trocito de un holograma contiene la imagen del todo, cada porción del universo contiene el todo. Esto significa que podríamos encontrar la galaxia Andrómeda en la uña del dedo gordo de nuestra mano izquierda si supiéramos cómo acceder a ella.
Asimismo, podríamos encontrar a Cleopatra cuando se reunió con César por primera vez, porque, en principio, todo el pasado y las repercusiones para todo el futuro también están encubiertos en cada pequeña región del espacio y del tiempo. El cosmos entero está envuelto en cada célula de nuestro cuerpo.
Y lo mismo hace cada hoja, cada gota de lluvia, cada mota de polvo, lo cual da un significado nuevo al famoso poema de William Blake:
“Ver un mundo en un grano de arena
Y un cielo en una flor silvestre,
Abarcar el infinito en la palma de la mano
Y la eternidad en una hora…”
[...]
Extracto de libro "El universo holográfico", de Michael Talbot
Envío:Marian Sassone
Orientar…compartiendo Amigos
Hola!, desde que descubrí tu blog navegando por internet se me hizo súper interesante. No siempre tengo la oportunidad de leerte por diversas ocupaciones, pero siempre que me asomo, me siento bastante enriquecida por tus publicaciones. De hecho la intención de mi comentario, es precisamente agradecerte por lo que compartes aquí. Es interesante como poco a poco nos vamos reencontrando más con nosotros mismos y con el Todo al mismo tiempo ;).
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