“……Dos hombres se despiertan una mañana cualquiera. El Sr.
Pérez abre los ojos al sonido de la fría lluvia madrileña que golpea su
ventana. Se gira inquieto y abraza dolorido su abdomen; ha despertado con
náuseas. El Sr. Wonk se sienta al pie de la cama mientras contempla el amanecer
en la vieja Pekín.....
Tiene la cabeza revuelta y comienza a sentir la náusea en su
garganta……
Mientras el Sr. Pérez rebusca en su atiborrado
botiquín una pastilla mágica que le alivie el malestar, el Sr. Wonk recuerda el
punto donde su madre, y antes de ella su abuela, le presionaban cuando de niño
se encontraba mal. Tranquilamente comienza a apretar su barbilla.
Dos horas después, el Sr. Pérez sigue perdido en el arsenal farmacéutico de casa. Ya ha tomado una pastilla para las náuseas, otra para la acidez que la pastilla le ha producido y otra más para el dolor que ambas le han generado en el estómago.....
Dos horas después, el Sr. Pérez sigue perdido en el arsenal farmacéutico de casa. Ya ha tomado una pastilla para las náuseas, otra para la acidez que la pastilla le ha producido y otra más para el dolor que ambas le han generado en el estómago.....
El Sr. Wonk se encuentra aliviado, ni siquiera
recuerda el incidente matutino; tan solo cuando pasa por la herboristería de
vuelta del trabajo no se olvida de comprar un poco de jengibre. “Hay que ser
precavido”, piensa…..”
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