(Con la
colaboración de la Dra. Isabel
Margarita López S. - Artículo publicado en la revista Vivir Más en
Junio de 2009-)
Charly Abrahams era un niño
norteamericano como cualquier otro. Eso hasta que en marzo de 1993 -poco antes
de cumplir su primer año de vida- manifestó la primera crisis de una epilepsia
severa. Nueve meses después y luego de haber presentado numerosos ataques,
probado distintos medicamentos y pasado por diversos especialistas, hospitales
y exámenes, sus crisis no daban tregua.
Fue así como sus padres, Jim y Nancy, luego de escuchar algo sobre una dieta que podía tener efectos favorables en algunos pacientes epilépticos, no dudaron en acercarse al hospital Johns Hopkins en Baltimore, donde un doctor llamado John Freeman les ayudaría a cambiar para siempre la historia de sus vidas. Y muy particularmente la de su pequeño hijo Charly.
Freeman
recomendó un tratamiento a base de una dieta cetogénica, que en poco tiempo
terminó con las convulsiones del niño y sirvió para que el propio padre de
Charly dirigiera en 1997 la película First Do No Harm -protagonizada por Meryl
Streep- que refleja la lucha de unos padres por sacar adelante a su hijo
epiléptico y que aumentó la conciencia social sobre este tema en Estados Unidos.
En
que consiste?
¿En qué consiste esta dieta y cómo
puede ayudar en el tratamiento de algo tan complejo como son los cuadros de
epilepsia? Según explica la doctora Isabel López, neuróloga infantil de CLC, la
dieta cetogénica se basa en un alto consumo de grasas y bajo consumo de
hidratos de carbono, de manera que el organismo deba recurrir a los lípidos
como primera fuente de energía. “Esto no es algo nuevo, de hecho hay
referencias bíblicas donde se menciona que las personas que sufrían epilepsia
demostraban una mejoría de las crisis después de un ayuno prolongado. Sin
embargo, fue en los años ‘20 cuando comenzó a ser utilizado en forma
sistemática como método de tratamiento”, sostiene la profesional.
De acuerdo a lo que señalan algunas instituciones internacionales, como la Fundación Americana de la Epilepsia, con la posterior aparición de nuevos medicamentos antiepilépticos altamente eficaces, el interés por la dieta cetogénica decayó. Y fue precisamente el doctor John Freeman, del Johns Hopkins Hospital, quien hacia finales de los ‘80 resucitó el interés por la misma.
De acuerdo a lo que señalan algunas instituciones internacionales, como la Fundación Americana de la Epilepsia, con la posterior aparición de nuevos medicamentos antiepilépticos altamente eficaces, el interés por la dieta cetogénica decayó. Y fue precisamente el doctor John Freeman, del Johns Hopkins Hospital, quien hacia finales de los ‘80 resucitó el interés por la misma.
Como funciona?
Pese a que no se sabe exactamente
el mecanismo que produce la disminución de las crisis epilépticas, conviene
repasar algunas nociones para entender los fundamentos de la dieta cetogénica.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que en circunstancias normales,
los alimentos que ingerimos aportan hidratos de carbono, grasas y proteínas,
que son los principales “combustibles” del organismo; los carbohidratos son
utilizados de manera preferencial, porque están fácilmente disponibles y el cuerpo
los puede metabolizar en forma rápida para obtener energía. El papel principal
de la grasa, por el contrario, es el de almacenar energía; de hecho, sólo
cuando no existen suficientes carbohidratos, el cuerpo convierte las grasas
almacenadas y las aprovecha como energía. El tercer combustible, las proteínas,
sirven principalmente para construir y reemplazar las materias corporales.
De esta forma, en una alimentación típica del mundo occidental, el aporte de los tres nutrientes debería ser de alrededor de5 a 15% de proteínas, 10 a 20% de grasas y 65 a 85% de carbohidratos. “En
la dieta cetogénica, la proporción de las grasas se incrementa de manera
significativa y la de carbohidratos disminuye en forma exponencial. Esto imita
el estado de ayuno y, al metabolizar las grasas, se produce acidosis y cuerpos
cetónicos, que al parecer jugarían un rol en la mejoría de algunos pacientes;
sin embargo, todavía no hay ninguna hipótesis comprobada”.
De esta forma, en una alimentación típica del mundo occidental, el aporte de los tres nutrientes debería ser de alrededor de
Quienes pueden beneficiarse?
Antes de indicar una dieta
cetogénica es necesario realizar un estudio acucioso del paciente para
comprobar que se está en presencia de una epilepsia refractaria y descartar
determinadas condiciones que pudieran ser incompatibles con este régimen
alimentario. Alrededor de un 30% de las epilepsias son refractarias a
tratamientos con fármacos antiepilépticos. “El criterio médico indica que una
epilepsia es refractaria cuando se han utilizados distintas combinaciones de
medicamentos, sin arrojar resultados positivos. Por otra parte, si el niño
tampoco es susceptible de ser sometido a una intervención quirúrgica, la dieta
cetogénica aparece como la alternativa más acertada. Finalmente, existen
ciertas enfermedades específicas, de tipo metabólico, donde la dieta cetogénica
es el tratamiento de elección para controlar las crisis”, puntualiza la doctora
López.
En ese escenario, un médico nutriólogo debe confeccionar un régimen alimentario acorde a las propias condiciones del paciente (peso, edad, altura, actividad física, etc.). Luego, la dieta comienza con una hospitalización de alrededor de cinco días, tiempo durante el cual se realizan una serie de exámenes y se induce un estadio de cetosis (mediante un período de ayuno). Finalmente se va introduciendo en forma paulatina la dieta. Aquí es importante que los padres aprendan bien cómo seguir los estrictos protocolos, cuáles son los alimentos que están permitidos y cómo es la forma correcta de combinarlos.
“La dieta cetogénica ofrece resultados buenos en el grupo de niños refractarios, de hecho, diversos estudios muestran que uno de cada tres pacientes tratados con ella reducen sus crisis en 90% o más, y uno de cada dos, en un 50% o más”, destaca la neuróloga infantil.
Es relevante destacar que quienes responden favorablemente, lo hacen en un lapso corto de tiempo. “Se estima que el 70% de los pacientes que se ven beneficiados responden dentro de las dos primeras semanas; sin embargo, se considera que un tiempo razonable de prueba es de a lo menos tres meses”, agrega la doctora López.
La duración del tratamiento depende de cada caso en particular, pero en un gran porcentaje de los casos se extiende por tres o más años, luego de los cuales el aporte de grasas se va disminuyendo en forma progresiva (a medida que se evalúa la respuesta del paciente).
En ese escenario, un médico nutriólogo debe confeccionar un régimen alimentario acorde a las propias condiciones del paciente (peso, edad, altura, actividad física, etc.). Luego, la dieta comienza con una hospitalización de alrededor de cinco días, tiempo durante el cual se realizan una serie de exámenes y se induce un estadio de cetosis (mediante un período de ayuno). Finalmente se va introduciendo en forma paulatina la dieta. Aquí es importante que los padres aprendan bien cómo seguir los estrictos protocolos, cuáles son los alimentos que están permitidos y cómo es la forma correcta de combinarlos.
“La dieta cetogénica ofrece resultados buenos en el grupo de niños refractarios, de hecho, diversos estudios muestran que uno de cada tres pacientes tratados con ella reducen sus crisis en 90% o más, y uno de cada dos, en un 50% o más”, destaca la neuróloga infantil.
Es relevante destacar que quienes responden favorablemente, lo hacen en un lapso corto de tiempo. “Se estima que el 70% de los pacientes que se ven beneficiados responden dentro de las dos primeras semanas; sin embargo, se considera que un tiempo razonable de prueba es de a lo menos tres meses”, agrega la doctora López.
La duración del tratamiento depende de cada caso en particular, pero en un gran porcentaje de los casos se extiende por tres o más años, luego de los cuales el aporte de grasas se va disminuyendo en forma progresiva (a medida que se evalúa la respuesta del paciente).
Como se compone un menú??
De acuerdo a la doctora Ximena
Raimann, nutrióloga infantil de CLC -encargada de confeccionar los regímenes
alimentarios a los pacientes que reciben la indicación de dieta cetogénica- la
alimentación debe contener cerca de 90% de grasas, un aporte adecuado de
proteínas de acuerdo a la edad (lo que permite un buen crecimiento) y muy pocos
hidratos de carbono. “Lo ideal es usar una fórmula especial que se encarga a
Estados Unidos y proporcionar una a dos comidas en base a carne, aceite, crema
y/o margarina y muy pocas frutas y vegetales. Por ejemplo, si el paciente es
lactante, se hace una papilla con carne, pollo o pescado, pocas verduras y
crema y/o aceite. Si es más grande, se pueden dar salchichas con mayonesa y un
poquito de tomate y palta, con tres frutillas con crema de postre. Además, se
requiere una suplementación con minerales y vitaminas. En CLC tenemos
actualmente varios pacientes en tratamiento: entre ellos, un niño con una
epilepsia refractaria que ha demostrado una notoria disminución de sus
convulsiones con la dieta y que lleva ya cerca de tres años con el trata-
miento”
Orientar, expandiendo Conciencias ♥¸.•°`*.¸.*.
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