Nadie mas que Mawlânâ Rûmî para poetizar el
Amor y la Amistad….nadie mas que Bárcena, para sentirlo e interpretarlo
“De la amistad y el Amigo, según Mawlâna Rûmî✿ •.¸.•´✿”
“….Manteneos juntos, amigos. No os
disperséis ni os durmáis. Nuestra amistad vive de estar despiertos!!!”
Hay
unos versos del persa Mawlânâ Rûmî (m. 1273), maestro de derviches, sobre los
que se suele pasar de puntillas. Dicen así:
"Yo soy el esclavo del Corán mientras viva;
yo soy el polvo del camino que pisa Muhammad, el escogido.
Y quien diga lo contrario de mí,
yo lo maldigo y maldigop también sus palabras"
yo soy el polvo del camino que pisa Muhammad, el escogido.
Y quien diga lo contrario de mí,
yo lo maldigo y maldigop también sus palabras"
Las palabras de Mawlânâ, la gran figura espiritual
del sufismo oriental, el de raigambre persa, ese que va de Bosnia a Nueva
Delhi, no albergan duda alguna acerca de cuáles son las principales fuentes de
inspiración del maestro persa de Konya: el Corán, sus intuiciones espirituales
fundamentales, y el ejemplo vivo de Muhammad, el profeta del islam, por quien
sentía un amor como sólo un derviche de su rango podía expresar.
Un concepto capital, el de la amistad, recorre toda
la filosfía mística de Mawlânâ, marcando de arriba a bajo, el carácter del
posterior dervichismo mevleví, encarnado en su escuela de sabiduría, la llamada
tarîqa mevleví de los derviches giróvagos. En efecto, la amistad, y todo lo que
ésta comporta, está en el centro de la obra de Mawlânâ, en su pensamiento, pero
también en el sentir y el hacer de los derviches que en él han hallado
inspiración, desde el siglo XIII hasta nuestros días.
Dos son los términos, ambos de origen árabe, que
Mawlânâ utilizará para expresar su particular idea de la amistad, a saber,
suhba (sohbet en la pronunciación turca) ywilâya.
Veamos, a continuación, el alcance espiritual de ambos vocablos y su relación
con la experiencia muhammadiana. Subha, que podríamos traducir por amistad o
compañerismo espiritual, es una palabra común en el ámbito del primer islam,
configurado en torno a la figura profética de Muhammad. De hecho, al referirse
a las personas más allegadas al profeta del islam jamás usa la tradición el
término "díscipulo" sino más bien el de "compañero", algo
que los sufíes harán suyo desde el primer momento. Para ellos, Muhammad no es
un maestro, por consiguiente no pudo tener discípulos, sino compañeros (ashâb) o amigos íntimos (awliyâ)...
Para Mawlânâ, y por extensión para los derviches
mevlevíes, la amistad y el compañerismo espiritual o suhba, herencia del modelo
muhammadiano, entraña exigencia, compromiso y sabiduría, pero también simpatía
y mucha complicidad. Eso explica que Mawlânâ, de hecho todo maestro sufí
mevleví, enseñe sin el encotillamiento y los formalismos de una relación
rutinaria y estandarizada. El maestro es, pues, antes que nada, un amigo,
alguien en quien se puede confiar plenamente. Los compañeros de Muhammad, que
la tradición islámica cuantifica en un total de trescientos, entre los cuales
se hallan algunas de las figuras del primer sufismo, como el persa Salmân-é
Fârsî (m. 656), lo conocían por el sobrenombre de al-Amîn, que significa leal,
honrado, fidedigno, en definitiva, alguien digno de confianza.
Si recorremos con detenimiento y paciencia el vasto
corpus de la sunna, compuesto por varias decenas de miles de dichos, aforismos
sapienciales y hechos de Muhammad (ahâdîz),
concluiremos que el profeta del islam podría ser descrito como alguien muy
correcto, harto sociable y afable de carácter. Y es que dichos rasgos de su
personalidad, propios de un amigo, son imprescindibles en alguien, como él,
llamado a ser un líder tanto espiritual como social. Quien aspire a dejar
huella en el mundo, quien esté destinado a guiar a sus contemporáneos con su
ejemplo, ha de ser capaz de comunicarse bien y de poseer un poder natural de
convicción, pero, al mismo tiempo, ha de ser alguien digno de confianza, lo
cual exige integridad y buenas maneras. A eso es lo que los sufíes denominan
adab o educación espiritual, algo en lo que los mevlevíes han destacado siempre
sobremanera. Quien esto escribe no ha conocido jamás un mevleví que no brille
por su buen carácter. Al-Amîn significa también secretario, esto es, alguien
que es capaz de preservar los secretos de la senda espiritual.
Pero todo lo dicho ni se improvisa ni se aprende,
porque no es una asignatura más de una formación convencional, sino que brota
naturalmente del fondo del corazón de quien ha degustado el misterio de la
existencia y reside en la genuina presencia del espíritu (hazrat). Quien vive en la conmoción (hayrat), conmueve al resto. Y ese es
quien posee autoridad; una autoridad natural, que no se impone, sino que es el
reconocimiento de que en él se transparenta el espíritu.
Todo ello no le pasó por alto a un fino obsevador
como Mawlânâ, alguien, que como el propio Muhammad, era de carácter afable y un
buen comunicador. Hasta donde alcanzamos a saber, el maestro persa de Konya fue
una persona buena, pero no un bonachón. Y es que el maestro espiritual es como
el sol, que en primavera reconforta pero en verano quema. La tradición sufí
designa al sabio mediante el término walî, traducido a veces por santo. Sin
embargo, la forma más correcta de trasladar dicho vocablo árabe sería el amigo
próximo. La wilâya, característica del walî,
es proximidad al Amigo, forma simbólica que los derviches utilizan para
referirse a la divinidad. Y ¿qué mayor proximidad que la amistad?
“Todo es un viaje hacia el Amigo”, escribe Mawlânâ.
Si Jesús habla de la divinidad como el Padre (Abba) y Muhammad utiliza el término árabe Rabb, que significa Señor, Rûmî dice lo mismo mediante la
palabra persa Dust, que quiere decir Amigo.
Dicho vocablo se emparenta con dast, esto es, mano. El Amigo es, pues, quien te
tiende su mano para sacarte del lodazal emponzoñado de la ignorancia, fuente de
todo mal. De hecho, todo cuanto existe es como un Amigo que te acoge. Rûmî
llegará a decir que el Amigo es el alimento del derviche, su pan y su agua,
hasta su copa de vino:
“El Amigo se convertirá en vuestro pan y vuestra
agua de manantial,
en vuestro cordero y vuestro ayudante,
en vuestro postre favorito y en una copa de vino"
en vuestro cordero y vuestro ayudante,
en vuestro postre favorito y en una copa de vino"
"Padre", "Señor" y
"Amigo" no son sino expresiones simbólicas de carácter
antropomórfico, para referirse a la dimensión absoluta de la realidad, lo que
por naturaleza carece de forma, pues es todas las formas, la divinidad, o como
quiera decírsele. Sea como fuere, se trata sólo de símbolos que no describen
ninguna realidad. Por consiguiente, nada hay en ellas que deba ser creído. El
Amigo de Mawlânâ, pues, no es nadie en quien creer, nadie al que pedir nada,
nadie al que someterse, pues es vacío.
Las tres expresiones denotan intimidad, familiaridad
y proximidad. También el Rabb, Señor, de Muhammad. Esto conviene
remarcarlo muy bien, para que nadie se confunda y piense que se trata de un
término que denota lejanía, temor y sumisión. Y es que el musulmán no es ningún
sometido a nada, y mucho menos a Dios. Quien eso afirme es, fundamentalmente,
un ignorante de la lengua árabe y, más en concreto de la lengua árabe coránica.
La fórmula Rabbuka, traducida la mayoría de las
veces como "Tu Señor", puede significar, igualmente, "Tu
Padre" e incluso "Tu Abuelo". Como afirma el arabista Nasr Abu
Hamid Abu Zayd, dicha expresión, acentuada por el posesivo "tu"
establece una enorme proximidad y ternura, en particular si se piensa que
Muhammad era un huérfano que había perdido a su padre y a su familia. Nada,
pues, de sometimiento, sino de entrega confiada a quien es como un Padre que
acoge a su hijo.
Pero, también el maestro de la senda espiritual es
un amigo; hasta el compañero que camina junto a ti lo es. Todo es el Amigo,
porque no existe nada más que Él. Y la amistad no es sino el camino interior,
el viaje que conduce al reconocimiento del Amigo en todo cuanto existe. Quienes
hollan la senda sufí de la amistad se saben amigos que comparten eso, la
amistad, que es, en primer lugar, sinceridad y honestidad. El amigo de la senda
sufí lo es porque es amigo del Amigo, alguien próximo a Él; el resto, no son
sino obstáculos:
“El compañero del camino que no es amigo del Amigo,
es sólo causa de problemas. Haz lo que convenga,
pero no te asocies con el ignorante,
pues te dará una imagende ti falsa,
que enturbiará tu verdadero rostro”
es sólo causa de problemas. Haz lo que convenga,
pero no te asocies con el ignorante,
pues te dará una imagende ti falsa,
que enturbiará tu verdadero rostro”
Mawlânâ usa la expresión persa ham-dam para
definir la particular relación de amistad espiritual que en la senda sufí se
establece entre el maestro y el resto de derviches. Ham-dam significa "un mismo
aliento". Y es que, en efrecto, maestro y estudiante devienen un mismo
aliento, ambos lo respiran a Él, Hû, al Amigo:
“Cuando uno está a la esencia del otro,
hablar es espirar la palabra Hû,
vacío de yo y repleto del amor de la unión.
Como dice el refrán: Del tarro repleto gotea su contenido”
hablar es espirar la palabra Hû,
vacío de yo y repleto del amor de la unión.
Como dice el refrán: Del tarro repleto gotea su contenido”
No es casual, pues, que la expresión Hû (Él) se convirtiese en el dhikr favorito de los derviches mevlevíes,
que repetían (y repiten) una y otra vez, día y noche, con cada respiración. Hû devino hasta su saludo distintivo.
Otro rasgo distintivo de Mawlânâ y los derviches
mevlevíes es la suhba (sohbet en la pronunciación turca). Dicha
palabra de origen árabe que, como ya hemos apuntado, significa amistad y
compañerismo espiritual, designa a una muy particular forma de reunión derviche
en la que más allá de lo que se haga adquiere valor por el hecho de reunirse en
sí, sin más expectativas. Dice Mawlânâ:
“No hay mejor amor que el amor sin objeto,
no hay trabajo más satisfactorio que un trabajo sin propósito”
no hay trabajo más satisfactorio que un trabajo sin propósito”
En ese sentido, no hay mejor encuentro derviche que
el que no es sino puro encuentro porque sí, sin otro propósito más que el de la
pura amistad pura. ¿Acaso los amantes cuando se encuentran no lo hacen porque
sí? Así pues, el mejor sohbet no es sino el que celebra el hecho de estar
juntos, sin otro propósito que el de compartir por compartir la presencia del
espíritu. En eso el sohbet mevleví se asemeja al satsang de los
yoguis, que se reúnen para compartir la sola presencia del gurú. Por
consiguiente, el sohbet mevleví es siempre imprevisible. Y es que en presencia
de un derviche mevleví nada es como uno se espera de antemano.
Algunos de los más bellos poemas de Mawlânâ
contienen consejos para los amigos que compartieron su camino. Tal vez algunos
de dichos versos nacieron en el contexto íntimo de algún sohbet. En cualquier caso, constituyen un valioso
documento de cómo debió de ser el trato de Mawlânâ con los suyos, sus amigos y
compañeros más íntimos. A estos les pide que no se dispersen ni se duerman, esto
es, que no se desvíen de lo único que importa, el viaje de retorno al Amigo, y
que guarden siempre una actitud de alerta, como el cazador que se mantiene al
acecho en todo momento, puesto que no sabe ni cuándo, ni cómo, ni dónde saltará
la pieza:
“Manteneos juntos, amigos.
No os disperséis ni os durmáis.
Nuestra amistad vive de estar despiertos”
No os disperséis ni os durmáis.
Nuestra amistad vive de estar despiertos”
Igualmente, les pide a los suyos educación
espiritual, esto es, integridad, buenas maneras, sinceridad, corrección,
honestidad, amorosidad, en una sola palabra, adab:
"Has de ser como te muestras y te has de
mostrar tal como eres"
Por eso, ya lo hemos dicho, conmueve el derviche,
por su autenticidad no impostada. Se muestra tal como es y es como se muestra.
Y por eso mismo también hay tan pocos derviches, porque pocos son los que
aceptan el reto de mostrar lo que se es y ser lo que se muestra. Por supuesto,
todo lo aquí dicho nada tiene que ver ni con creer en nada, ni con convertirse
en nada, ni con cumplir con nada, ni con sometimiento a nada, ni con sumisión a
nadie. Para eso ya están las religiones y los religiosos de cada una de ellas.
Lo aquí dicho tiene que ver con el amor y la senda de los enamorados (mellat-e eshq, en palabras de Mawlânâ);
amor, esa palabra que tanto les incomoda a algunos. ¿Será, ¡ay! porque jamás se
han enamorado?( http://instituto-sufi.blogspot.com.ar/)
Orientar, expandiendo Conciencias en este el Gran "DIA DEL AMIGO"✿ •.¸.•´✿